Todo inicio es una invitación a ser y hacer aún mejor las cosas, y más si se trata de repasar y emprender nuevos objetivos vinculados a tres grupos de personas que, por su proximidad, no nos resultan indiferentes en lo absoluto: familiares, colegas del trabajo y amigos. Paradójicamente, pese a su especial relevancia, el grupo […]
Por Mariela García Rojas. 14 enero, 2019.Todo inicio es una invitación a ser y hacer aún mejor las cosas, y más si se trata de repasar y emprender nuevos objetivos vinculados a tres grupos de personas que, por su proximidad, no nos resultan indiferentes en lo absoluto: familiares, colegas del trabajo y amigos.
Paradójicamente, pese a su especial relevancia, el grupo de alto riesgo son los nuestros. Ocurre, no pocas veces, que resultan relegados, ante otras “urgencias”.
Viene bien recordar que el término “nuestro”, alusivo a las personas, indica relación profunda, pertenencia; conlleva cercanía, que se plasma en atenciones, enseñanzas, cariño expreso, entre otros, para con el hijo y el cónyuge. Su no concreción es una falta de justicia porque dejamos de darle al otro lo que le es debido. No perdamos de vista que ese vínculo familiar, además insustituible, favorece nuestro crecimiento y madurez humana.
Aventuro algunas reflexiones para una vida menos tensa, que integre el cuidado y la atención a la familia y al trabajo:
Dialogar. Solo expresando y escuchando, los esposos-padres podrán ir consensuando metas y ajustando lo que haga falta. Dos que se quieren, ella y él, pueden y deben hablar también de sus expectativas, temores y limitaciones, contribuyendo de esta manera a que la vida en el matrimonio se viva con mayor alegría, serenidad y esperanza.
Planificar. No solo planifican las empresas, la planificación de las vidas de los nuestros es tan necesaria como posible.
Retroalimentación profesional. En la empresa, y a propósito de las relaciones laborales, ayudará también requerir retroalimentación de quienes dirigen nuestro trabajo; y que se nos corrija y exija.
Miremos hacia afuera, pero sobre todo hacia adentro para ver lo que tenemos. Trabajemos con tenacidad por metas concretas y dejemos de mirar la felicidad como un estado futuro. Una adecuada integración de estos ámbitos parte de que los propios protagonistas tengan claras sus prioridades y tomen decisiones racional y objetivamente. Por tanto, las recetas y recomendaciones para cada persona son únicas.
Amor, diálogo, planificación y toma de decisiones firmes y realistas son algunos de los términos entre los que danza nuestra vida, solo hace falta unirlos de modo más responsable y armonioso.
Un buen propósito que podemos trazarnos es que el 2019 se note más lo que amamos.